En la primera edición de “El trovador y la luna” estuve publicando desde Abril de 2009 hasta Mayo de 2011. Justamente 12 años más tarde doy un nuevo comienzo a este blog para recuperar su esencia y su espíritu inicial: hablar y, en la medida de lo posible, crear belleza sobre la locura de amar; o más justamente, sobre el amor cuando se convierte en locura. Tal vez solo hable de sueños, pero serán sueños que, por ser soñados, serán vividos.
MI BLOG MÁS QUERIDO, Y NECESARIO DEBATE (de niños, adultos-niños y sensibilidad para un mundo mejor)
Si has de ser flor en mi jardín,
anhelaría que fueras rosa blanca,
para que así impregnaras mis sueños
con tu delicada fragancia.
Y si has de ser rosa,
mi gentil hada,
no busques en la tierra negra
un triste rincón,
ni te conformes con ser senda
en un olvidado paraje…
Busca mi cálida sangre
y prende tu delicado tallo
en mi apasionado corazón.
En el silencio de la espera,
aguardando el próximo paso
del destino,
escondo la mirada,
cierro los ojos,
y se me escapa un suspiro.
Es ahora,
cuando el día
se me acuna entre las manos…
que el tiempo
se detiene,
que la gravedad
se olvida de mi cuerpo,
que tú recuerdo
se abraza a mi mente.
Ahí estás tú,
mi amada,
como siempre.
Y yo…
Sin mirar…
Sin pensar…
En un sentir mudo…
Me descubro…
Mis ojos te pertenecen.
¿Cómo nos amamos?
En los días interminables
que apenas se agotan
en un suspiro…
En el silencio de las noches,
convocando duendes
que nos ayudan a vivir
este amor furtivo.
Y en los labios que desprenden
palabras de amor
como pétalos sonoros
de una eterna primavera
que nos abraza
y nos regala su calor
¿Cómo nos buscamos?
Nerviosos, como dos adolescentes,
deshojando pasados y presentes,
ansiosos y despreocupados,
hasta que la magia del encuentro
nos incendia alma y cuerpo.
¿Y cómo nos abrazamos?
Constantemente entrelazados
en el fuego de este cielo
que construimos
entre ardientes promesas
y apasionados besos.
Repetimos una y otra vez
que no existen límites
para nuestro amor.
No desfallecemos, ni nos rendirnos,
y así seguimos
hasta caer agotados,
como si fuéramos niños.
Y al encontrarnos…
¡Cómo se incendia la mirada!
¡Cómo se agita la respiración!
¡Cómo cabalga impetuoso el corazón!
¡Y cómo se desnuda,
apenas cosida a los labios,
una entusiasta sonrisa
entre tu y yo …!
¡Y esta ansia de vivirnos!
¡Este vivir apresurado,
como si el mundo
fuera a desvanecerse
en tan solo un instante!
¡Y esta necesidad vehemente
de darnos y amarnos
como si nada más contara!
¡Y esa inagotable inocencia
que nos atraviesa el alma,
tan dulce y liviana
que se nos consume
en una mirada!
Así nos amamos…
(P.S.: ¡Qué difícil es describir cómo se ama! Se resume mejor en un gesto que en una palabra…)
En este otoño
que parece querer adelantarnos,
que siembra de añoranzas
el camino que serpentea
los últimos rayos del verano,
se rinden las primeras hojas
que salen a nuestro paso.
Nos vivimos…
Nos amamos…
Y los días que compartimos
no son días, ni noches son
son el delicado retrato
que lentamente se desliza
como una dulce caricia
fruto de nuestro amor.