“M’odi,
giovine, m’odi: vuoi divinamente
amare?” (*)
“È un riso la vita: l’amore è un raggio fecondo,
godi, Floro, la vita; godi l’amore, o Floro...!
da ora gioconda” (**)
Gabriele D’Annunzio (1863 -1938). Italia
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el amor ha lanzado
su rayo fecundo,
y nos vuelve a convocar
en una nueva y animosa
celebración…
Dulcemente está sembrando
de esperanza y expectación
el gélido vacío
que la indigna orfandad
dejó años ha
en nuestro corazón.
Libres de infundados temores,
y sedientos de pasión,
alzamos nuestra copa
anegada del mismo elixir
con el que el divino amor
fue aclamado
por los dioses del Olimpo.
Ya no eres tú, mujer,
ni ahora yo soy yo…
Ni es la vida, vida.
Ni la muerte, muerte es.
Mi voz es tu voz…
Mi mano es tu mano…
Sígueme sin temor
al deslumbrado encuentro
con la más embriagadora
de todas las dichas.
Somos ambos dos,
sin ser…
sin un pasado
al que volver,
y sin un futuro
al que llegar…
Somos la encarnación
del amor:
el más puro amor,
divino y eterno,
gozoso entre los goces…
y virtuoso entre las virtudes…
Así somos:
eterno presente…
eterno amor…
eterna ternura…
eterna fascinación…
¿Quién con singular excusa
e injusto amaño,
osaría negar este amor
si el destino nos eligió
para tanto amarnos?
(*)
“¿Me escuchas,
joven, me escuchas: quieres divinamente
amar?
(**)
“La vida es una sonrisa: el amor es un rayo fecundo,
goza, Floro, la vida; goza del amor, ¡oh Floro...!
de ahora en adelante alegre.”
Il trovatore
El trovador y la luna
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(por Jameson Nathan Jones – Music)