“Mas cuando amar ya no intente
porque mi cuerpo apagado
vuelva a la tierra absorbente:
todo será devorado,
pero no el amor ardiente
de mi polvo enamorado”
Elías Nandino (1900 – 1993). México
De “Amor sin muerte”
“…polvo serán, mas polvo enamorado”
Francisco de Quevedo (1580 - 1645). España
De “Polvo enamorado”
![]() |
Foto de Vladislav Klapin en Unsplash |
Yo ya estaba allí, aburrido de esperar, abrazado al interior de mi abrigo, rogándole que me caldeara un poco más. Movía mis pies sin desplazarme pues así parecía engañar a mi mente con la idea de que no tenía tanto frío.
Tú llegaste con el teléfono en la mala, discutiendo con quien supongo que debía ser tu pareja. Tan acalorada era tu discusión que apenas notabas el frío que se colaba en tu interior a través de una cazadora sin abrochar. Recuerdo lo bien abrigado que tenías el cuello con una bufanda de lana muy grueso, y el contraste con el inacabable escote que dejaba al descubierto el lateral de unos pechos que lucían maravillosos a los lados de una medalla.
Creo que entré en calor más rápidamente…
Pero eso duró un momento. Rápidamente me fijé en la sensualidad de tus labios, aunque apenas los podía atrapar con mi mirada por lo rápido que los movías al hablar.
Subí hasta tus ojos grandes y claros. Me pareció ver batirse las olas del mar en su interior. Y hasta creí advertir las mágicas chispas de una espuma rebelde que saltaba hacia el exterior y se derramaba sobre tus mejillas.
![]() |
Foto de Joel Sileno en Unsplash |
En ese justo momento abrió sus puertas el autobús que acababa de llegar y salté a su interior como si se me fuera a escapar la vida que aún me quedaba por vivir. Me volví y nos volvimos a mirar en silencio… Después de un momento, justo cuando iniciaba nuevamente su marcha, levantaste la mano que sostenía tu teléfono y me hiciste una señal pidiéndome que esperara. Mi corazón se aceleró hasta el punto de llegar a pensar que me iba a perforar el pecho.
Lo que nunca sabrás es que hui de allí porque me descubrí misteriosamente enamorado y necesitaba alejarme para evitar sentirme decepcionado y herido por lo que podía ocurrir.
Tampoco sabrás que ni siquiera el autobús que cogí era el que debía tomar. Poco tiempo después volví a esa parada de autobús a buscarte, loco de amor y miedo, pero ya no estabas allí. Regresé noche tras noche pero ya nunca más te volví a ver.
Tengo una carta pendiente de entregarte, junto a una flor, una mirada enamorada y un beso que espera su respuesta. Hay sentimientos que nunca pueden morir…
¿O algún día te volveré a encontrar…?
Il trovatore
El trovador y la luna
© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)
(por Joshua Teicher – Tema)