ROMEO:
(mientras Julieta se asoma al balcón sin ver a Romeo,
antes de que se declaren su amor)
“[Pero si es mi diosa! ¡Ah, es mi amor! ¡Oh! ¡Ojalá lo supiese ella…!
Algo dice…
No, nada... ¿Qué importa?
Su mirada habla. ¡Voy a contestarle…!
¡Qué ingenuo soy…! No es a mí a quien se dirige.
Dos de las estrellas más brillantes del cielo
han tenido que ausentarse, y piden encarecidamente
a sus ojos que resplandezcan en su ausencia, hasta que regresen.
¡Ah…! ¿Y si sus ojos se hallaran en el cielo y en su rostro las estrellas?
El brillo de sus mejillas haría palidecer a éstas últimas,
como la luz del sol hace con una lámpara…
Y sus ojos lucirían en el cielo tan brillantes
que si no hubiera noche, cantarían las aves…
¡Mirad cómo apoya la mejilla en su mano!
¡Ah…! ¡Quién fuera el guante de esa mano para tocar su mejilla!”
William Shnakespeare (1565 – 1616)
De la escena del balcón en “Romeo y Julieta”
Segundo Acto. Escena II
(traducción y puntuación adaptadas por mí)
El amor y la mirada |
¡Oh, mi amada!
Dulce y ensimismada
caminas de puntillas
a la vera de mi vida,
bordando en el aire
silenciosas cenefas
de amores y alegrías.
Solo tú, mi amada,
puedes con tus dedos de ángel
revolotear sobre el agua
acariciando el cristal
como si de un arpa se tratase.
Así me entregas tu amor,
en rutilantes destellos,
cual si fuera el fulgor
de un sonoro lucero.
Mi amor…
¡Oh, mi amada!
Que atrapas en la noche
el cantar de los vientos,
y me traes en tus brazos
un alboroto de sueños.
Mi amor…
¡Oh, mi amada!
Bien sé que me entregas
tu silencio
con el mismo amor y ternura
que tus palabras…
¿Cómo es posible
tanto amor
encerrado en nuestras almas?
Te pregunto…
Tanto amor derramándose,
día a día,
en el embozo oculto
de nuestras sábanas…
Lo sabemos…
En unas ocasiones
generosa presencia seremos.
Y en otras,
insatisfecha necesidad.
Mas nunca la ausencia
será dolorosa soledad,
pues siempre el amor
nos mantendrá unidos…
¡Unidos
por toda la eternidad!
¡Pero qué emoción más intensa
poder vernos,
poder mirarnos,
desgranar impaciencias,
esperando ser olvidados
por el tiempo y sus urgencias!
¡Vibrantes!
¡Anegados de amor!
En apasionada cadencia...
Desbordados de anhelos…
Vistiendo nuestra desnudez
con la sola inocencia.
No urge una razón,
no se precisa una mirada,
ni sería necesario
que nuestros labios hablaran.
Lo sabemos…
Siempre lo supimos…
Siempre en un alma unidos,
pasara lo que pasara…
Siempre amándonos
desde lo más profundo
de las entrañas.
(No puedo negar que la pasión de Shakespeare ensombrece la mía,
mas no por ello dejaré de deleitarme con la palabra del maestro,
ni renunciaré a cantar con mi propia voz a mi amada)
Il trovatore
El trovador y la luna
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(original autentificado)
(por Jordan Critz)